roble francés

el roble francés: algunas anecdotas.

Su nombre significa “árbol bello” y su porte le ha hecho justicia desde el principio de los tiempos: siempre majestuoso, elegante e imponente, el roble ha sido motivo de encantamiento en parques y jardines y de culto entre los pueblos más diversos. Existen testimonios que ubican el uso de toneles de madera ya en el siglo V: reemplazan así a las ánforas de barro para el almacenamiento y transporte del vino, brindando mejores condiciones para su mantenimiento.

En 1794 la convención de la Revolución Francesa lo declaró “Árbol de la Libertad" debido a la dureza y longevidad de su madera, pero ya era una especie adorada en tiempos de la antigüedad clásica, cuando las bellotas eran tiradas a los recién casados en Roma como un augurio de prosperidad para el flamante matrimonio. Con más de 250 especies, el roble es un árbol que goza de un lento crecimiento (completa su formación recién a los 200 años), no puede ser talado antes de los 120 años y es capaz de superar el siglo de existencia: tal fue el caso del árbol de Guernica, al cual el poeta William Wordsworth le dedicaría el soneto “The Oak of Guernica”.

Los dos robledales principales de Francia son los que se ubican en la región central (Nevers, Allier y Troncais) y en Limousin. La madera de los primeros es de especie Quercus petraea o sessilis, una de las mejores para la crianza de vinos. Su aspecto es alto y delgado y su grano es fino, teniendo un contenido de taninos de 45 gr/kg. La de Limousin, en cambio, es de la especie Quercus robur o pedunculata: los árboles dan una madera porosa y de grano ancho. Poseen 55 gr/kg de taninos y se utilizan para destilados de vino como el coñac y el armañac.

toneles de mendoza, ese objeto de deseo.

Se sabe que los primeros viñedos de la provincia de Mendoza datan de mediados del sigo XIX, llegando a la asombrosa cifra de 90.000 hectáreas en el año 1936, según registros oficiales . Don Miguel Escorihuela Gascón -fundador de la Bodega homónima en 1884, una de las más antiguas de Mendoza- fue un inmigrante español que viajaba frecuentemente a Francia para estar al tanto de las últimas tendencias y conocimientos en materia de vinos. Su nombre es uno de los más notables de la industria: no sólo dio origen a una tradición…también fue uno de los importadores de toneles de Roble Francés más reconocidos.

La fabricación de toneles de madera es un delicado oficio y arte exquisito que, muy a pesar de los toneleros, se encuentra en vías de extinción: las bodegas los han reemplazado por otros de acero inoxidable debido a cuestiones fitosanitarias, quedando sólo en algunas de las más antiguas toneles abandonados y en desuso. Lo primero que hacía el tonelero durante su faena era seleccionar aquellas partes de la madera que no tuvieran nudos para evitar así la pérdida de líquidos y la oxidación de los mismos. Luego se cortaba la madera en listones para armar las duelas de los toneles, que se dejaban secando entre 18 y 36 meses. Una vez listas, se le daba forma y se organizaban verticalmente en torno a un aro: el exterior se humedecía y el interior era calentado con un brasero para lograr el tostado perfecto de la madera. La terminación de los toneles estaba dada por el sellado, la colocación de las tapas y el llenado con agua hirviendo y vapor para provocar la hinchazón de la madera.

Los toneles arribaban al país en barco, desarmados y con todas las piezas numeradas para ser ensambladas al llegar a destino. Una vez llenas, comenzaba una lenta comunión entre el vino y la madera, ofreciendo cada uno lo mejor de sí para el otro: la textura de los taninos, la humedad del vino, los aromas de la madera y el añejado natural son parte de la equilibrada ecuación que logra la cata perfecta.

el roble hoy: piezas recuperadas.

El roble hinchado, húmedo y aromático de los toneles ha recorrido un largo camino hasta transformarse en esta madera única y llena de historias. Su origen europeo genera un blend perfecto con su identidad argentina: fue precisamente en estas tierras mendocinas del antiguo Valle de Huentata en donde adquirió su carácter, su color definitivo, su especiado más acabado. Los aromas ahumados con notas de vainilla, coco o caramelo y la intensidad del chocolate o el café son parte de su encanto. Actualmente Argentina es uno de los pocos países en el mundo que aún conserva toneles de Roble Francés de este tamaño, aunque en cantidades muy limitadas.

Las maderas recuperadas del roble de toneles son mucho más que un piso, un tirante, un mueble o un objeto de diseño. Son testigos centenarios de una búsqueda noble y memorable: la de la experiencia sensitiva. El sabor, el aroma y la textura son los mismos sentidos que maridan el encuentro con la madera. El brindis es inolvidable; la sensación, eterna.